sábado, 1 de diciembre de 2007

Vacaciones en Japón


Se debe llegar a Japón con la mente abierta y preparado para consumar las actividades más sorprendentes: fotografiar una reproduccin de la torre Eiffel, surfear en una piscina de olas artificiales, visitar en buena compañía un hotel del amor o sestear en una cápsula espacial.

Muchos parques nacionales poseen rutas para practicar el senderismo. En los alrededores de Tokio, los enclaves más apreciados por los excursionistas son el Parque Nacional de Nikko y el de Chichibu-Tama. También pueden emprenderse interesantes excursiones, aunque mucho más solitarias, en el distrito de Gumma y en la región Kansai de Nara. Para descubrir un Japón que pocos extranjeros conocen, hay que dirigirse hacia los Alpes Centrales, mucho menos poblados. La temporada de esquí suele extenderse de diciembre a abril. La mayoría de estaciones se encuentran en la isla de Honshu, pero también hay nieve polvo de calidad en Hokkaido. Las islas de Okinawa, en el extremo suroeste del país, ofrecen magníficas posibilidades para el submarinismo. El ciclismo es especialmente popular en las regiones costeras más llanas, aunque algunos intrépidos se han atrevido a subir al monte Fuji. En Japón, el golf es sinónimo de prestigio, y quien desee pisar un campo de golf deberá contar con una nutrida billetera y cierta influencia en el ámbito empresarial. El coste mínimo de este deporte suele ser de unos 100 dólares (115 euros) diarios.
Tokio
El aspecto más destacado de la capital japonesa es su increíble dinamismo, si bien es cierto que en general puede resultar algo taciturno, con sus edificios de apartamentos diminutos y sus bloques de oficinas, cruzadas por autovías aéreas atestadas de tráfico. Pero éste es el precio del éxito nipón. Muchos suburbios de Tokio aún no han sucumbido a la cultura del supermercado: sus calles presentan una sucesión de pequeños comercios especializados y concurridos restaurantes, la mayoría de los cuales permanecen abiertos hasta altas horas de la madrugada.
Junto a los elevados edificios de oficinas se descubren pequeños enclaves pertenecientes al otro Tokio: una antigua casa de madera, un establecimiento de kimonos, una posada japonesa, una anciana en kimono barriendo la acera frente a su casa con una escoba de paja. La capital es sobre todo un lugar donde el acelerado ritmo del consumismo colisiona con instantes tranquilos que han pervivido desde las tradiciones más antiguas. Se presenta como una ciudad repleta de vida, que el visitante nunca terminará de explorar.
Tokio se erige como una vasta conurbación que se adentra en la llanura de Kanto desde la bahía de Tokio-wan. Reconstruida casi por completo después de un terremoto en 1923 y de nuevo tras los bombardeos estadounidenses durante la II Guerra Mundial, Tokio ha resucitado literalmente de sus cenizas. A grandes rasgos, está dividida en dos: los lujosos barrios comerciales y de oficinas al oeste de la zona comercial de Ginza, y los barrios residenciales, más prosaicos, al Este. Para los visitantes, la mayoría de los puntos de interés se ubican en la zona delimitada por el ferrocarril de la línea JR Yamamote, que rodea el centro de Tokio.
Las actividades turísticas tradicionales no permitirán llevarse ningún recuerdo mágico de esta urbe, que no reviste un excesivo interés arquitectónico ni numerosos monumentos que visitar. En la reconstrucción durante la posguerra prevalecieron las consideraciones prácticas, por lo que gran parte del paisaje urbano resulta bastante gris y monótono. Para disfrutar con intensidad de la ciudad hay que sumergirse en su increíble ajetreo y disfrutar de los escasos momentos de tranquilidad.
Ginza
se alza como la zona comercial más famosa de la urbe: opulenta, vital y popular, es el lugar donde el visitante aligerará sin duda su bolsillo. Ginza desborda también de pequeñas galerías privadas, por lo que resulta el área adecuada para pasear y curiosear entre sus ofertas, aunque no se tenga la intención de consumir.
Ueno-Koen, un parque situado al norte del centro, cuenta con algunos de los mejores museos y galerías de Japón. El Museo Nacional de Tokio contiene la selección de arte japonés más grande del planeta; el Museo Nacional de Ciencias es una enorme vitrina de entrada libre, repleta de todo tipo de objetos científicos; y el Museo de Historia Shitamachi reproduce fielmente los barrios populares del viejo Tokio.
Tradicionalmente considerado el corazón del casco antiguo, en el barrio de Asakusa, al noreste de la urbe, perdura cierto sabor a la antigua y auténtica Shitamachi. Su atractivo principal, el templo Senso-ji, es probablemente el lugar de culto budista más activo del país, aunque toda la zona está indicada para pasear. Antaño, Asakusa estaba considerado un barrio de tolerancia impopular, un terreno propicio para el teatro, la música y sus variaciones más sórdidas, y en la actualidad permanecen vestigios de este pasado escabroso y con cierto glamour. Shinjuku, al oeste del centro, es en la actualidad el barrio más animado para el ocio ciudadano.
Si únicamente se dispone de un día para visitar Tokio, y se pretende adentrarse en el fenómeno de la modernidad japonesa, este bullicioso distrito en expansión constante resulta el lugar apropiado. La mayoría de enclaves de interés de la urbe se reúnen en esta zona: grandes almacenes de alta calidad, galerías comerciales con productos asequibles, fluorescentes deslumbrantes, oficinas gubernamentales, multitudes, pantallas de vídeo en la calle, restaurantes de pasta japonesa para comer alzados, cabarets, templos recoletos y sórdidos locales de strip-tease.
Pernoctar en Tokio resulta caro. Existe un par de albergues juveniles al oeste del centro y diversas opciones relativamente económicas en Ueno e Ikebukuro. El barrio de Shinjuku también supondrá una alternativa, siempre que se esté dispuesto a introducirse en una habitación de hotel minúscula; además, este barrio resulta una de las mejores zonas donde comer. Ueno y Asakusa ofrecen los mejores restaurantes de cocina japonesa tradicional, y los restaurantes de Ginza son recomendables durante el día, pero practican precios muy elevados a la hora de cenar.
Monte Fuji
La montaña más alta de Japón (3.776 m) es el elemento natural del país más visitado. Se trata de un cono volcánico perfectamente simétrico que entró en erupción por última vez en 1707, cubriendo de cenizas las calles de Tokio, a 100 km de distancia. En días excepcionalmente despejados se divisa su silueta desde la capital, pero durante gran parte del año el visitante deberá considerarse afortunado si consigue otearlo a 100 m de distancia, ya que Fuji a menudo permanece oculta por las nubes. Su aspecto se muestra especialmente atractivo en invierno y principios de la primavera, cuando permanece engalanada con un casquete nevado.
Julio y agosto acogen la temporada oficial para escalar el monte Fuji; los japoneses, siempre deseosos de cumplir con las normas, suelen preparar la mochila en estos activos meses. En realidad, la ascensión de Fuji puede completarse en cualquier época del año, pero en pleno invierno permanece reservada a los montañeros más curtidos. Esta excursión nunca debe plantearse con ligereza, ya que la montaña tiene suficiente altitud para provocar el mal de las alturas, y la inestabilidad de las condiciones climáticas puede resultar peligrosa. El mejor momento para alcanzar la cima, en el amanecer, permite contemplar la salida del sol y, además, existen menos probabilidades de que la cima esté sumergida en las nubes; llegar en estas condiciones temporales supone emprender la marcha por la tarde, pernoctar en un refugio de la montaña (caro) y partir de nuevo muy temprano por la mañana, o realizar la ascensión durante la noche.
Los cinco lagos Fuji, un destino típico entre los habitantes de Tokio para efectuar excursiones de un solo día, se extienden formando un arco alrededor de la vertiente septentrional de la montaña. Ofrecen deportes acuáticos, parques de atracciones, cuevas de hielo y bellas vistas del monte Fuji. La forma más rápida para alcanzar este enclave se efectúa con autobuses que parten de la terminal Shinjuku de la capital. Una acondicionada red de autobuses enlaza la región más baja de la montaña con la zona de los lagos.
Kyoto
Arropado por centenares de templos y jardines, Kyoto fue la capital del país entre 794 y 1868, y aún en la actualidad actúa como capital cultural de Japón. Aunque la arquitectura tradicional se vea cada vez más acosada por el sector industrial y comercial, Kyoto conserva los jardines de guijarros peinados con rastrillo, los sensuales perfiles de los tejados de los templos y las geishas contemporáneas tan buscadas por los turistas ávidos de tópicos. El palacio imperial se alza como uno de los escasos monumentos en el centro de Kyoto. El edificio actual fue construido en 1855 y únicamente se puede adentrar en él en el transcurso de una visita guiada.
La parte oriental de Kyoto, en especial el barrio de Higashiyama, resulta la zona indicada de la urbe para visitar sus hermosos templos, pasear y disfrutar de la vida nocturna tradicional en Gion. El templo Sanjusangen-do es un punto clave de la urbe. Alberga 1.001 estatuas de Kannon de los Mil Brazos (la divinidad budista de la misericordia). Al noroeste de Kyoto se hallan diversos templos Zen de gran belleza, entre ellos el templo Kinkaku-ji, que en 1950 quedó completamente arrasado por un incendio provocado por un monje demente, y que fue reconstruido más tarde minuciosamente, incluido el revestimiento de pan de oro. El distrito Takao, escondido en el Noroeste, es famoso por su follaje otoñal. El castillo de Himeji-jo, que puede descubrirse en una excursión de una jornada desde Kyoto, es el castillo japonés que permanece en pie más impresionante, y es conocido con el nombre de Garza Blanca, en referencia a su majestuosa silueta blanca.
A lo largo del año se suceden numerosos festivales en Kyoto, por lo que se convierte en imprescindible reservar alojamiento con bastante antelación. Entre los más espectaculares, destacan el Aoi Matsuri (15 de mayo), que conmemora las rogativas de la población durante el siglo VI para solicitar auxilio a los dioses ante unas desastrosas condiciones climáticas; Gion Matsuri (17 de julio), el festival más conocido de Japón, que culmina con un enorme desfile; Damon-ji Gozan Okuribi (16 de agosto), cuando se encienden impresionantes hogueras para despedir las almas de los antepasados; y Kurama-no-Himatsuri (22 de octubre), con una procesión de capillas portátiles acompañadas por jóvenes con antorchas encendidas.
La mayoría de alojamientos de precio medio se hallan en el norte y noroeste de la metrópoli, aunque en la zona este existen un par de magníficos establecimientos hoteleros. En el centro de Kyoto se puede degustar comida japonesa e internacional a precios razonables, mientras que en el área oriental abundan los restaurantes yakitori y de estilo occidental.
Parque Nacional Daisetsuzan
El mayor parque nacional de Japón (2.309 km²) se encuentra en la zona central de Hokkaido, la más septentrional y segunda isla más extensa del país. El parque, que abarca diversos sistemas montañosos, volcanes, lagos y bosques, resulta espectacular para la práctica del senderismo y el esquí. En verano y principios de otoño aumentan las visitas con desmesura, y se precisan varios días para alejarse de las multitudes. Sounkyo se distingue como el centro turístico del parque: cuenta con termas de agua caliente y una garganta, y resulta un punto de partida idóneo para las excursiones a pie por el interior de la reserva. Furano, una de las estaciones de esquí más famosas de Japón, cuenta con una de las mejores nieves polvo del mundo. A poca distancia al noreste de Furano y alejados del bullicio se ubican los remotos pueblos de Tokachidake Onsen y Shirogane Onsen, con manantiales de agua caliente; ambos se establecen como una base excelente para las excursiones a pie y en esquís.
Nagasaki
Nagasaki es una urbe dinámica y colorista, pero su desgraciado destino como objetivo de la segunda bomba atómica ha relegado a un segundo plano su fascinante historia y sus contactos con portugueses y holandeses. Ukrami, el epicentro de la explosión atómica, permanece en la actualidad como una tranquila y próspera ciudad portuaria donde se levanta el estremecedor Museo de la Bomba Atómica, un evocador recuerdo de los horrores de la destrucción nuclear; y el Parque del Hipocentro, con una columna de piedra negra que marca el punto exacto de la explosión, así como diversas reliquias y ruinas. En el templo Zen de Fukusi-ji, con forma de tortuga, una campana tañe cada día a las 11.02, momento exacto de la explosión. Uno de los péndulos de Foucault (un aparato que demuestra la rotación de la tierra) más grandes del mundo cuelga en el interior del templo.
En el extremo meridional de Nagasaki, el Glover Garden, situado en la ladera de una colina, reúne viviendas habitadas antaño por los residentes europeos de la urbe. Escaleras automáticas, fuentes y pececillos rojos le otorgan una apariencia bucólica, pero los edificios son muy atractivos y las vistas de Nagasaki, espectaculares. A una hora de distancia al norte de Nagasaki se halla Huis ten Bosch, una asombrosa reproducción de un pueblo holandés, con sus molinos de viento, sus diques, una réplica de la residencia de la familia real holandesa, tulipanes y un establecimiento de quesos. En realidad, se trata de un proyecto residencial con capacidad para diez mil personas que desean vivir en una aséptica versión de los Países Bajos en la isla japonesa más meridional.
Parque Nacional Kirishima
Krishima, en el sur de Kyushu, destaca por sus magníficos paisajes montañosos, sus manantiales de agua caliente, la impresionante cascada de Senriga-taki y el esplendor de las flores silvestres en primavera. A un día de camino de la población de Ebino-kogen se halla una hilera de volcanes que los excursionistas pueden escalar hasta la cima, pero si se desea emprender caminatas más cortas, existen rutas que rodean diversos lagos volcánicos, entre ellos el lago Rokkannon, de un intenso color azul verdoso. Las vistas hacia el Sur desde la cima del monte Karakuni-dake aparecen espectaculares: en un día despejado, se puede llegar a divisar Kagoshima, la metrópoli más cercana, y el cono humeante de Sakurajima, un volcán decididamente hiperactivo. Un autobús directo circula entre Kagoshima y Ebino-kogen.
Pennsula Noto-Hanto
Esta península combina agrestes paisajes marinos con una vida rural tradicional y festivas actividades culturales. Surgiendo del norte de Honshu, la salvaje y expuesta parte occidental de la península quizá resulte la más interesante, ya que se ha desarrollado en menor grado que la accidentada costa oriental. Los festivales de la región se cuentan por decenas, entre ellos el Festival Gojinjo Daiko Nabune de Wajima (31 de julio y 1 de agosto), con la actuación de fogosos percusionistas con máscaras demoníacas y extraños sombreros de paja, y el Festival Ishizaki Hoto (principios de agosto), conocido por su desfile de faroles adaptados a largos postes. Se puede acceder fácilmente a la península en tren desde Kanazawa, Takaoka o Toyama.
Hoteles del amor
En el barrio Shibuya de la capital se concentran hoteles del amor para todos los gustos. La temática de estos curiosos establecimientos abarca desde un castillo gótico en miniatura hasta un templo de Extremo Oriente, y la decoración de sus estancias puede complacer la mayoría de fantasías, desde la extravagancia de un harén hasta un decorado de ciencia ficción. El cliente también puede optar por camas vibratorias, espejos de pared a pared, instalaciones sadomasoquistas y cámaras de vídeo (no se debe olvidar la cinta al marcharse).
En la entrada de un hotel del amor suele instalarse una pantalla con fotografías iluminadas de todas las habitaciones disponibles. El cliente selecciona la preferida presionando un botón bajo la imagen correspondiente, y abona el precio. Aunque la discreción es rigurosa, no todos los clientes se dirigen a estos establecimientos para consumar un encuentro clandestino; también los frecuentan muchas parejas estables faltas de espacio en el hogar para relajarse juntos.
Seagaia
La cúpula oceánica de Seagaia aparece como una instalación lúdica increíble: se trata de una playa de arena blanca de 140 m de longitud, con su pedazo de océano y un cielo eternamente azul, todo en un entorno natural completamente controlado. Lo más asombroso acaece al comprobar que este complejo roza el auténtico oleaje y las playas de arena a lo largo de la costa Miyazaki-ken, en Kyushu. Puede considerarse la apoteosis de la obsesión japonesa por los parques de atracciones y la diversión más asépticos. Para llegar hasta Seagaia, un autobús parte de Myazaki, una ciudad de considerables dimensiones y clima templado en la costa sureste de Kyushu
.

5 comentarios:

((cHeV!)) dijo...

Saludos, pasando por aqui desd Maracaibo!!... Gracias por la visita!!

P221 dijo...

saludos amigo! gracias por pasar
abrazo

Edú Mutante dijo...

Pasando a visitar, saludos che, y buen lunes.


http://mutanteuruguay.blogspot.com/

((cHeV!)) dijo...

Saludos por aqui!!! y A CELEBRAR!!!! xD...VIVA VENEZUELA PERO SIN CHAVEZ!!!

Gonzaok dijo...

holas visitando te espero X P